domingo, 9 de noviembre de 2008

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Cuando uno tiene 16 ó 17 años, quiere probarlo todo.A esa edad, si no se han hecho antes, suelen hacerse los grandes descubrimientos del sexo: el autoerotismo, cuando nos miramos desnudos en un espejo, y nos complacemos contemplando nuestro propio cuerpo, y entonces practicamos la masturbación; el heteroerotismo, cuando sentimos la atracción por el otro sexo; y también el homoerotismo, cuando nos sentimos atraídos siempre o eventualmente por alguien de nuestro propio sexo.Dice un refrán castellano que "cuando las ganas de joder aprietan, ni los culos de los muertos se respetan", lo que quiere decir que el sexo no importa... Algo así le pasó a mi primo Juan y a su amigo René una noche cuando, después de haber estado de juerga bebiendo tequila y fumando porros, tuvieron que dormir juntos, acabaron dándose y tomándose por el culo, aunque nunca después hayan hablado de ello, avergonzados como estaban, dos machitos como ellos que alardeaban de volver locas a todas las niñas del pueblo.Si no han hablado de ello, no es porque se lo pasaran mal. Al contrario, se lo pasaron tan bien que cogieron miedo. Por fin comprendieron el final de la película de “Y tu mamá también”…

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