domingo, 14 de diciembre de 2008

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Se llama Gabriel Armando. Juega fútbol y es bueno. Un chavo de 19 años delgado, de piel blanca, ojos de un color verdoso oscuro, hermoso rostro y nariz afilada. Eso si fantasioso y mentiroso como todos que desea probar suerte en este negocio de la chichifiada. Pero lo que nunca pensó es que caería en sus propias redes y terminaría por enamorarse de otra persona de su mismo sexo que lo haría sentirse vacío y descobijado sin su presencia…
Nunca le busques cinco pies al gato.

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